La paz y sus mujeres. Lucha social, reconstrucción comunitaria y empoderamiento del perdón

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Publicado

1 diciembre 2022

Detalles sobre esta monografía

ISBN-13

9789588191829

Cómo citar

Machuca Téllez, G. A., Giraldo Luque, S., & Tafur Villareal, A. (Eds.). (2022). La paz y sus mujeres. Lucha social, reconstrucción comunitaria y empoderamiento del perdón. Editorial CUN. Recuperado a partir de https://libros.cun.edu.co/index.php/editorial-cun/catalog/book/14

Autores/as

Gerardo Andrés Machuca Téllez
Corporación Unificada Nacional de Educación Superior-CUN
Santiago Giraldo Luque
Corporación Unificada Nacional de Educación Superior-CUN
Andrés Tafur Villareal
Corporación Unificada Nacional de Educación Superior-CUN

Palabras clave:

Mujer

Paz

Violencia

Resumen

Colombia lleva, por lo menos, seis décadas de conflicto armado interno; prácticamente cuatro intentando hacer la paz y ya casi dos, oficialmente, en transición. Si se parte de la periodización de la Comisión de la Verdad, creada con ocasión del Acuerdo Final de Paz con la extinta guerrilla de las farc, el conflicto armado interno tuvo sus inicios en la década de 1950, cuando se gestaron las condiciones para que un pequeño grupo de campesinos comunistas de la región del Tolima diera el salto a la guerra de guerrillas a mediados de los años 60. Fue en esa época, y producto de ese proceso, que emergieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc), en 1964. Estas se desmovilizarían 52 años después, gracias a la negociación política que desembocó en el Acuerdo para la Terminación del Conflicto Armado y la Construcción de la Paz Estable y Duradera, en 2016.

Capítulos

  • “Si usted no tiene salud, educación, una buena productividad, una vivienda... pues no va a haber nunca paz en la vida”

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    Los arbustos de café mezclados con los plátanos perfilan el color rojizo de las carreteras, aplanadas solo de vez en cuando. Al girar la ladera, por encima del camino, un cartel estampado con
    numerosos logos institucionales da la bienvenida con el mensaje “Planadas, Municipio de Paz”. A su lado, diversos plafones publicitan la calidad de los cafés especiales de Planadas, ganadores de la
    Taza de la Excelencia, en varias ocasiones. Anuncios que resumen toda una declaración de intenciones de una localidad con más de 50 años de conflicto en su historia, cansada de que únicamente se
    la conozca como “la cuna de las farc”


  • “Si el gobierno hubiera tenido en cuenta a toda la población, la guerrilla no hubiera existido”

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    Yuliana está un poco molesta. “Yo soy una de las que tiene una carpeta así de grande”, arguye mientras señala el grueso de su carpeta con las manos. Está repleta de diplomas y certificados
    obtenidos en los cursos que se han hecho en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (etcr), Marquetalia Cuna de la Resistencia. Hace tres años que Yuliana vive allí con su familia.
    Habitar en el etcr es complicado. Formarse en el etcr, también: “Se dan unas capacitaciones, pero la gente guarda su papel y lo archiva, porque no van a servir de nada. Si se enseña a criar a
    un marrano, pues que nos den el marrano. La gente del campo necesita teoría y práctica inmediatamente”.


  • “No. La historia no ha sido verdaderamente contada”

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    En Villarrica, el sol es agradable y trasluce una espléndida primavera. Brillante. Es domingo y la plaza está llena de voces. La gente sale de misa, hace sus compras, saluda al vecino. Con los amigos, se reúnen en las tiendas para tomar una, dos o tres cervezas antes de volver a almorzar a sus casas. Todo se mueve. Cientos de personas llegan al pueblo desde ciudades pequeñas y grandes, mientras los buses que los traen se llevan a los que ahora van a esas ciudades a trabajar durante la semana. Un hombre mayor camina lentamente por la esquina de la plaza con su burro que transporta una carga de caña. Los domingos, el pueblo está en esplendor.


  • Nancy. “Cuando se habla con claridad y responsabilidad, lo quieren callar a uno”

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    “El Chaparro es un árbol áspero, pareciera de piedra y viento”, dice un antiguo poema latinoamericano. El árbol maderable es reconocido por sobrevivir en condiciones extremas y se caracteriza sobre todo en los ejemplares más añejos por sus retorcidos troncos. Su contorsionado aspecto es la imagen de la pericia obtenida con el paso del tiempo y la lucha contra los temporales
    y las ventiscas. La predominante presencia del chaparro en la zona fue lo que dio nombre a Chaparral, en el sur del Tolima, lugar que al igual que el árbol que le bautiza ha resistido a violentas tempestades. No restan vestigios de aquel pasado en el que el municipio era asentamiento indígena y tierra marcada
    por conquistadores: “Del antiguo Chaparral no queda nada, se hundió por estar encima de una falla geológica”, dice doña Amalia mientras saca una botella de Colombiana bien fresca.


  • Adonai. “Ser líder social es como un delito para el Estado”

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    La Virgen de Guadalupe ampara desde el lugar más privilegiado entre las cuatro paredes que conforman el salón, como si de la cima de un cerro se tratara. La vista panorámica de la que goza
    le permite que el sutil hilo de humo aromático que desprenden los inciensos estratégicamente colocados invadan su figura, pero que jamás tapen su mirada. Su ceremoniosa ubicación
    sirve también para recordar que es omnipresente y que está allí para amparar y guiar a los residentes del hogar. Quizás por eso Adonai Rincón le regala una mirada cómplice a la Virgen antes
    de empezar su narración.


  • Luz Ángela. “Llegó la hora de que la verdad sea contada por nuestros propios abuelos y abuelas”

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    “Mi nombre es Luz Ángela Yate. Soy la gobernadora del resguardo de Chenche Balsillas, y esta es mi comunidad”. Hace escasos minutos que Luz se ha retocado el rímel de las pestañas y se ha arreglado su trenza morena sobre el hombro derecho preparándose para la entrevista. Es la primera vez
    que habla delante de una cámara, pero ya tiene experiencia en defenderse con la palabra. Desde que se convirtió en la gobernadora de su comunidad, Luz Ángela se ha reunido con el Gobernador del Tolima, Carlos Guillermo Ospina, y con la Agencia Nacional de Tierras, así como con otras muchas
    instituciones en su lucha por la mejora de las viviendas de su resguardo, para conseguir el saneamiento básico de servicios públicos y la instalación de gas. “Si tenemos que pararnos en la
    minga para que nos vuelvan a poner el wifi, pues lo hacemos”, anuncia la gobernadora.


  • Heidi. “Estoy dispuesta a luchar, porque sé que lo que yo haga va a ser un ejemplo para muchas mujeres”

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    Lo primero que hace Heidi Johanna Rojas al levantarse es sintonizar la radio. “Esto se lo debo a mis padres”, explica mientras prepara el primer tinto de la mañana. Es temprano, huele a café
    y en radio Mariquita suena cumbia colombiana. Al sonido de la música, se le suman los cacareos de los pollos de la familia, que revolotean alrededor de la casa en búsqueda de las sobras de la
    cena de ayer. Heidi vive con su familia en una finca de la vereda La Cabaña, en el municipio de San Sebastián de Mariquita, al norte del departamento del Tolima. Tras tomar el tinto, a veces
    acompañado de pan dulce, Heidi se pone a preparar el caldo del desayuno. Sus manos muestran las durezas de quien ha trabajado mucho la tierra, pero aun así trazan movimientos gráciles mientras
    pone a hervir las verduras, casi de manera inconsciente. Luego se dirige a la casa de enfrente a saludar a su madre. Desde la terraza de la señora María, todavía se oye la cumbia.


  • Ángela Patricia. “La paz no es del gobierno, es de la comunidad que ha vivido en carne propia la violencia”

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    Dicen que el oficio se lleva en la sangre: “le puse camomila para sanarle el cabello y además se le puso más clarito”, comenta Ángela Patricia mientras rehace la coleta a su hija Wanda. La niña sonríe.
    Parece que su nuevo color de pelo le agrada más que los huevos revueltos que su madre le ha pedido para desayunar en el bar.


  • Flor. “La gente aquí no está pidiendo plata, la mayoría de gente está pidiendo verdad”

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    El sol radiante del mediodía daba una tregua a los días lluviosos en Ibagué, la capital del Tolima. La temperatura que se concentraba en las paredes era sofocante. El calor se había acumulado durante
    la mañana en el edificio y generaba una sensación de bochorno. Al llegar al despacho de Flor Múnera, ella tecleaba agitada un correo que debía mandar de inmediato para ultimar los trámites de traslado de uno de los presos por los que trabaja.


  • Venus. La hija de la guerra que educa para la paz

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    Llegar hasta Venus no ha sido nada fácil. Parecía una mujer reservada, desconfiada, exigente. Después de dos encuentros previos en su casa, antes de realizar la entrevista, e incluso
    minutos antes de la conversación pactada, no sabíamos con certeza si accedería a hablar delante de la cámara. Venus rehúye de ellas. Así nos lo hizo saber en nuestro primer encuentro. Aunque conversaba con nosotras de forma amable, estaba muy atenta a las notas que tomábamos con la libreta, y hasta
    se alteraba con cualquier movimiento en falso que realizáramos con el móvil. Más tarde entenderíamos su recelo a las cámaras y grabaciones. Era comprensible. En su etapa como docente fue
    víctima de una grabación de voz no consentida. Desde esa vez, hace muchos años, mantiene su desconfianza ante cualquier persona que quiera grabar su voz o registrar en cualquier formato
    su historia, su vida, su narración, sus palabras.


  • Mujeres en pie de paz. La construcción de paz y memoria de las mujeres supervivientes del conflicto armado colombiano desde sus territorios

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       Resumen del capítulo / Ver

    La perspectiva histórica, en este caso de una historia que ha curtido sus propias pieles, convierte a las víctimas y supervivientes en la personificación de la memoria histórica del corregimiento
    y, en consecuencia, de su país. Con el establecimiento oficial de las farc, en 1966, cuando Doña Paula ya había nacido y otras mujeres de Agromujervic no, se daba inicio al conflicto armado: un constante enfrentamiento entre Fuerza Pública, paramilitares y guerrilla. La población civil, exhausta por el panorama en especial los ciudadanos del campo, lugar que fue el principal escenario bélico veía la entrada al nuevo siglo con ganas de dar paz a tantos años de guerra.


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